Por el sesgo que impone mi profesión acostumbro a traducir casi todo a términos económicos, sobre todo los gráficos ;-) . Sin embargo, para ilustrar los cambios que se han producido en nuestro país en términos de alimentación, nada mejor que dejar los datos en términos físicos.

Antes de mostrar los que nos aporta la FAO, mataré el gusanillo economicista comentando que, en la medida que aumentaba la renta en España lo hacía también nuestro gasto en alimentación, aunque, a partir de un determinado nivel, la proporción de esa renta dedicada a la alilmentación comenzó a declinar, puesto que los españoles comenzamos a dedicar mayores proporciones de la misma a otros gastos. Hasta aquí, nada extraño ya que ese es el comportamiento nornal de las economías según se van alcanzando niveles de desarrollo.

Vamos ya con la información de la FAO. La ingesta medida en términos de kcal/día y persona se ha multiplicado de forma evidente, aumentando un 23%. Desde los años 60, coincidiendo con la mejora de la economía nacional tras los planes de estabilización, la ingesta media diaria comenzó a crecer, y de una forma mucho más intensa lo continuó haciendo en las décadas de los 70 y 80. En 1991 se produjo un primer máximo, que se vió truncado coincidiendo con la crisis de 1993. Luego, se recuperó hasta alcanzar un nuevo máximo de 3.381 Kcal/día y comenzó a decaer lentamente hasta las 3.239 kcal/día de 2009. Curiosamente, durante ese tramo temporal el crecimiento de la economía española estaba siendo muy intenso, por lo que la disminución tuvo que deberse a un cambio en los hábitos de consumo. No tengo claro si este cambio estaba motivado por una mayor tendencia a comer sano y evitar la obesidad o por el efecto de la incorporación de elevados contingentes de población inmigrante en esos años. Probablemente, hubo algo de los dos.

Gráfico 1. Ingesta energética per cápita en España, 1961-2009

Fuente: FAO

Si bien esta evolución es llamativa, desde el punto de vista de la salud de los ciudadanos tal vez sea más importante el profundo cambio que se ha producido en la conformación de esa ingesta. La proporción de grasas sobre poteinas ha crecido un 55,6% en el período. Si en 1961 el español medio consumía 0,9 gr. de grasa por cada gr. de proteinas, en 2009 la cantidad era de 1,4. Curiosamente, además, en los años en los que comenzó a descender la ingesta total media, la proporción de grasas se estabilizó, para volver a repuntar con fuerza al final del período.

Gráfico 2. Porporción del consumo de grasas y proteinas en España, 1961-2009

Fuente: FAO

La disponibilidad de las cifras no alcanza, de momento, para contrastar los efectos que esta larga crisis está teniendo sobre hábitos alimentarios. Esperemos que la actualización por parte de la FAO de sus estadísticas nos permita en unos años comenzar a saber si esta depresión nos está obligando a comer más sano o, simplemente, a comer menos...