Ya he comentado en otras ocasiones la importancia de alcanzar una dimensión mínima con respecto a las empresas de comercialización de frutas y hortalizas, de forma que estén capacitadas para hacer frente a las presiones y, lo que es más relevante, a las demandas de la Gran Distribución.
Pues bien, una reciente encuesta llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Almería (y que en breve estará disponible) entre empresas comercializadoras de esta provincia, viene a aportar más evidencias sobre esta cuestión. Uno de los resultados que más me ha llamado la atención es que las empresas más grandes afirman que su planificación toma como referencia las demandas de los minoristas. Por el contrario, las empresas más pequeñas tienen a tomar como referencia de partida las producciones de sus proveedores (los agricultores).
Bien saben los que me han leído alguna vez la importancia que este “juntanúmeros” le da a la profesión de agricultor (siendo la poca relevan relevancia social de la misma una de las posibles causas de la relativa debilidad en la que se encuentran en este momento). Sin embargo, también creo que la única agricultura posible es la que tiene en cuenta lo que quieren los consumidores, por encima de las preferencias de los propios agricultores. Aunque pueda suceder que el mix propuesto por ellos sea de más calidad objetiva. El consumidor, si no está informado previamente, tendrá unos valores que posiblemente no serán coincidentes con las de los productores (y es según éstos como toma sus decisiones de compra). En este sentido, es mucho más probable que sobreviva una empresa que objetiva su programación pensando en el mercado (la demanda) que otra que lo haga pensando en los agricultores (la oferta).
Hay otra cuestión en la que se diferencian las grandes de las pequeñas. Se trata del I+D+i. Aunque ni unas ni otras reconocen tener capacidades propias para llevarlo a cabo, de las respuestas se desprende que las grandes sí que llevan a cabo procesos de desarrollo, bien colaborando con otras empresas, bien buscando el apoyo de la universidad u otros centros de investigación.
Vemos, por tanto, que en los mercados cada vez más globalizados de nuestro presente, el tamaño importa. Y mucho. Como ya dejaran claro otras investigaciones, en el ámbito agroalimentario la dimensión en el primer tramo de la cadena de suministro es una cuestión clave. Por eso hay una fuerte correlación entre el grado de concentración de las ventas minoristas de alimentos y el tamaño medio de las cooperativas a lo largo y ancho de los estados europeos. No es casualidad, sino causalidad. Cuando en un mercado, una parte de los agentes logra una dimensión que le permite establecer de forma casi unilateral las condiciones del mismo, la ganancia de tamaño se convierte en una cuestión de supervivencia para los demás. Aunque, ojo, a estas alturas de la película, la ganancia de tamaño no lo es todo; además hay que ser eficiente e innovador (aunque eso siempre ha sido así).
Ya he comentado en otras ocasiones la importancia de alcanzar una dimensión mínima con respecto a las empresas de comercialización de frutas y hortalizas, de forma que estén capacitadas para hacer frente a las presiones y, lo que es más relevante, a las demandas de la Gran Distribución.
Pues bien, una reciente encuesta llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Almería (y que en breve estará disponible) entre empresas comercializadoras de esta provincia, viene a aportar más evidencias sobre esta cuestión. Uno de los resultados que más me ha llamado la atención es que las empresas más grandes afirman que su planificación toma como referencia las demandas de los minoristas. Por el contrario, las empresas más pequeñas tienen a tomar como referencia de partida las producciones de sus proveedores (los agricultores).
Bien saben los que me han leído alguna vez la importancia que este “juntanúmeros” le da a la profesión de agricultor (siendo la poca relevan relevancia social de la misma una de las posibles causas de la relativa debilidad en la que se encuentran en este momento). Sin embargo, también creo que la única agricultura posible es la que tiene en cuenta lo que quieren los consumidores, por encima de las preferencias de los propios agricultores. Aunque pueda suceder que el mix propuesto por ellos sea de más calidad objetiva. El consumidor, si no está informado previamente, tendrá unos valores que posiblemente no serán coincidentes con las de los productores (y es según éstos como toma sus decisiones de compra). En este sentido, es mucho más probable que sobreviva una empresa que objetiva su programación pensando en el mercado (la demanda) que otra que lo haga pensando en los agricultores (la oferta).
Hay otra cuestión en la que se diferencian las grandes de las pequeñas. Se trata del I+D+i. Aunque ni unas ni otras reconocen tener capacidades propias para llevarlo a cabo, de las respuestas se desprende que las grandes sí que llevan a cabo procesos de desarrollo, bien colaborando con otras empresas, bien buscando el apoyo de la universidad u otros centros de investigación.
Vemos, por tanto, que en los mercados cada vez más globalizados de nuestro presente, el tamaño importa. Y mucho. Como ya dejaran claro otras investigaciones, en el ámbito agroalimentario la dimensión en el primer tramo de la cadena de suministro es una cuestión clave. Por eso hay una fuerte correlación entre el grado de concentración de las ventas minoristas de alimentos y el tamaño medio de las cooperativas a lo largo y ancho de los estados europeos. No es casualidad, sino causalidad. Cuando en un mercado, una parte de los agentes logra una dimensión que le permite establecer de forma casi unilateral las condiciones del mismo, la ganancia de tamaño se convierte en una cuestión de supervivencia para los demás. Aunque, ojo, a estas alturas de la película, la ganancia de tamaño no lo es todo; además hay que ser eficiente e innovador (aunque eso siempre ha sido así).