No, no estamos locos. Como ya se ha comentado aquí en otras ocasiones, esta larga crisis ha vuelto a poner de manifiesto la fortaleza del sector agroalimentario español, uno de los principales protagonistas del “renacimiento” exportador del país. Sin embargo, también se han evidenciado algunos de los tradicionales problemas del mismo, como la excesiva fragmentación de la oferta (tanto de la primaria como de la industrial), las dificultades de adopción de innovaciones, o las lagunas inmensas en la comercialización y la imagen diferenciada de nuestros productos.
Evidentemente, el sector tiene todo el derecho del mundo a colgarse las medallas ganadas en estos últimos ejercicios. Han supuesto un gran esfuerzo para todos sus integrantes y han contribuido de manera decisiva a minimizar los terribles efectos de la crisis. Sin embargo, el CAMBIO es el gran protagonista de nuestro tiempo. Tempus fugit, hoy más que nunca. Y olvidar esto es comenzar a crear problemas. Ser líder hoy no significa casi nada de cara a mañana. Aunque se trate de un mercado diferente, me gusta comparar el de la alimentación con el de la electrónica de consumo. En dicho mercado hay un dinamismo endiablado. Una empresa puede pasar del cielo del éxito a los infiernos de la quiebra en menos de dos años, como le pasó a Blackberry o a Nokia, o como le está pasando a Sony en el terreno de la televisión, arramblada por las surcoreanas Samsung y LG.
El protagonismo de la innovación en este mercado provoca que equivocarse una vez pueda resultar mortal. Aquí hay que estar atento a la marcha de las preferencias y los usos de los consumidores, de la tecnología disponible y de las ideas que comienzan a gestarse en los garajes o laboratorios de las universidades, ya que cualquiera de ellas pueden ser la varita mágica que de lugar a una nueva FaceBook, Google o Apple.
Así que para el año que entra, ese en el que por voluntad gubernamental saldremos de la crisis, hay que seguir manteniendo la tensión. Hay que olvidarse en parte del protagonismo ganado hasta el momento y hay que continuar avanzando en la resolución de las tareas pendientes del sector, particularmente las referidas a una mayor integración de la oferta, una mayor diferenciación de los productos y una mayor aplicación de conocimiento y tecnología a los productos con el fin de incrementar el valor añadido.
Por eso el título de esta entrada, que hace un guiño al del propio blog: no, no estamos locos, sabemos lo que queremos.
Tengan un Feliz y Loco 2014.
No, no estamos locos. Como ya se ha comentado aquí en otras ocasiones, esta larga crisis ha vuelto a poner de manifiesto la fortaleza del sector agroalimentario español, uno de los principales protagonistas del “renacimiento” exportador del país. Sin embargo, también se han evidenciado algunos de los tradicionales problemas del mismo, como la excesiva fragmentación de la oferta (tanto de la primaria como de la industrial), las dificultades de adopción de innovaciones, o las lagunas inmensas en la comercialización y la imagen diferenciada de nuestros productos.
Evidentemente, el sector tiene todo el derecho del mundo a colgarse las medallas ganadas en estos últimos ejercicios. Han supuesto un gran esfuerzo para todos sus integrantes y han contribuido de manera decisiva a minimizar los terribles efectos de la crisis. Sin embargo, el CAMBIO es el gran protagonista de nuestro tiempo. Tempus fugit, hoy más que nunca. Y olvidar esto es comenzar a crear problemas. Ser líder hoy no significa casi nada de cara a mañana. Aunque se trate de un mercado diferente, me gusta comparar el de la alimentación con el de la electrónica de consumo. En dicho mercado hay un dinamismo endiablado. Una empresa puede pasar del cielo del éxito a los infiernos de la quiebra en menos de dos años, como le pasó a Blackberry o a Nokia, o como le está pasando a Sony en el terreno de la televisión, arramblada por las surcoreanas Samsung y LG.
El protagonismo de la innovación en este mercado provoca que equivocarse una vez pueda resultar mortal. Aquí hay que estar atento a la marcha de las preferencias y los usos de los consumidores, de la tecnología disponible y de las ideas que comienzan a gestarse en los garajes o laboratorios de las universidades, ya que cualquiera de ellas pueden ser la varita mágica que de lugar a una nueva FaceBook, Google o Apple.
Así que para el año que entra, ese en el que por voluntad gubernamental saldremos de la crisis, hay que seguir manteniendo la tensión. Hay que olvidarse en parte del protagonismo ganado hasta el momento y hay que continuar avanzando en la resolución de las tareas pendientes del sector, particularmente las referidas a una mayor integración de la oferta, una mayor diferenciación de los productos y una mayor aplicación de conocimiento y tecnología a los productos con el fin de incrementar el valor añadido.
Por eso el título de esta entrada, que hace un guiño al del propio blog: no, no estamos locos, sabemos lo que queremos.
Tengan un Feliz y Loco 2014.