Ahora que parece que el origen del Universo podría ser más que una mega-explosión, una macrocongelación, tal vez deberíamos comenzar a mirar al euro como a una estrella en vías de implosión.

Como las estrellas, durante su origen y primeros años de vida, se alimentó del combustible con el que contaban las partes más luminosas: una liquidez sin reservas que inflaba en diversos países de la Unión burbujas de deuda, unas basadas en los activos financieros, otras en los sistemas bancarios y otros en el mercado inmobiliario. Mientras estas burbujas crecían, el euro tenía materia y energía para quemar y seguir dándonos luz. Sin embargo, cuando las hipertrofias generadas por las burbujas fueron notorias hasta para los optimistas más irredentos, los mecanismos de combustión se pararon. La estrella euro comenzó a morir.