El pasado día 13 de diciembre, Eurostatpublicaba unos primeros datos sobre la Renta Agraria de 2013. Se trataba de la evolución de los ingresos agrarios reales por trabajador. En el fondo, una medida de la productividad del factor trabajo. La información se acompañaba de una Tabla en la que se ordenaban de mayor a menor las tasas de variación de dicha magnitud en el último año.
Dicha tabla, convertida en gráfico, es la siguiente:
Gráfico 1. Variación del ingreso agrario real por trabajador en la UE
Fuente: Eurostat.
Como se puede comprobar, España ocupa en este ranking el tercer puesto, con un avance muy destacado del 10,0 % durante 2013. Pero, como el lector sabe, el Demonio se esconde en los detalles, y en la Tabla aparece una segunda columna en la que se relaciona el momento actual (2013) con la situación que había en 2005. Es decir, nos muestra el avance mayor o menor de esta productividad en los últimos 8 años. Y, en este caso, la foto es bien distinta. Aunque España ha mejorado un 12 % en el período, este avance está por debajo de la media de la UE (29,2 %) y es sólo el decimonoveno mejor registro.
Gráfico 2. Situación del ingreso real por trabajador en 2013 (2005=100)
Fuente: Eurostat
Es decir, aún cuando esta magnitud está sometida a muchos altibajos, relacionados con la marcha de las cosechas y, sobre todo, de los precios obtenidos por las producciones en cada ejercicio, lo cierto es que en el conjunto de esos 8 años nuestro desempeño no es de los mejores, hasta el punto de que la mayor parte del crecimiento lo explica el último ejercicio. Se podría aducir que en los primeros puestos aparecen países de las últimas ampliaciones, que tenían un amplio margen para mejorar la productividad de sus agriculturas. Pero en esos puestos también nos encontramos con países como Dinamarca, Reino Unido o Suecia, viejos integrantes de la Unión y con una larga tradición de innovación agroalimentaria.
La moraleja:nos queda mucho por hacer, y tenemos mucho margen de mejora.
El pasado día 13 de diciembre, Eurostat publicaba unos primeros datos sobre la Renta Agraria de 2013. Se trataba de la evolución de los ingresos agrarios reales por trabajador. En el fondo, una medida de la productividad del factor trabajo. La información se acompañaba de una Tabla en la que se ordenaban de mayor a menor las tasas de variación de dicha magnitud en el último año.
Dicha tabla, convertida en gráfico, es la siguiente:
Gráfico 1. Variación del ingreso agrario real por trabajador en la UE
Fuente: Eurostat.
Como se puede comprobar, España ocupa en este ranking el tercer puesto, con un avance muy destacado del 10,0 % durante 2013. Pero, como el lector sabe, el Demonio se esconde en los detalles, y en la Tabla aparece una segunda columna en la que se relaciona el momento actual (2013) con la situación que había en 2005. Es decir, nos muestra el avance mayor o menor de esta productividad en los últimos 8 años. Y, en este caso, la foto es bien distinta. Aunque España ha mejorado un 12 % en el período, este avance está por debajo de la media de la UE (29,2 %) y es sólo el decimonoveno mejor registro.
Gráfico 2. Situación del ingreso real por trabajador en 2013 (2005=100)
Fuente: Eurostat
Es decir, aún cuando esta magnitud está sometida a muchos altibajos, relacionados con la marcha de las cosechas y, sobre todo, de los precios obtenidos por las producciones en cada ejercicio, lo cierto es que en el conjunto de esos 8 años nuestro desempeño no es de los mejores, hasta el punto de que la mayor parte del crecimiento lo explica el último ejercicio. Se podría aducir que en los primeros puestos aparecen países de las últimas ampliaciones, que tenían un amplio margen para mejorar la productividad de sus agriculturas. Pero en esos puestos también nos encontramos con países como Dinamarca, Reino Unido o Suecia, viejos integrantes de la Unión y con una larga tradición de innovación agroalimentaria.
La moraleja: nos queda mucho por hacer, y tenemos mucho margen de mejora.