Cajamar Caja Rural acaba de presentar un nuevo ejemplar de su colección de monografías Mediterráneo Económico (link), esta vez dedicado al papel de las cooperativas agroalimentarias en el mundo. El título del volumen, coordinado por Eduardo Baamonde, no puede ser más explícito sobre la intención del mismo: “El papel del cooperativismo agroalimentario en la economía mundial”.

Desde esta misma página nos hemos referido en multitud de ocasiones a las necesarias transformaciones que deben llevar a cabo las cooperativas agroalimentarias españolas. Si no me falla la memoria hemos tratado cuestiones relacionadas con la dimensión, la orientación al mercado, la profesionalización de la toma de decisiones o la apuesta por la innovación y la internacionalización. Pues bien, a lo largo de las más de 300 páginas del libro, nos encontramos, no ya con referencias a la necesidad de llevar a cabo estos cambios, sino cpn la narración de las razones y necesidades que han llevado a muchas cooperativas a lo largo y ancho del mundo a adoptar estas orientaciones estratégicas.

Las tendencias de fondo que están detrás de esto también las hemos comentado ya en alguna ocasión: el proceso de concentración de la distribución, que desequilibra el poder de mercado y obliga a nuevas condiciones de suministro y presentación de los productos; los cambios en las preferencias de los consumidores, que apuestan por la calidad, por las nuevas presentaciones y por la utilidad de sus compras; o las crecientes regulaciones relacionadas con la calidad y salubridad tanto de los productos como de los canales de distribución.

Crecer, conocer al consumidor, colaborar con el resto de la cadena (o, incluso integrarse vertical u horizontalmente) son elementos centrales de la estrategia de cualquier cooperativa que quiera seguir contando en el mercado en los próximos años. España se ha incorporado un poco después a las tendencias europeas, incluso a la de la concentración de la distribución, pero en nuestro país están avanzando a gran velocidad.

Baamonde, que presentó el libro en Almería, comentó en su disertación que la globalización ha llegado para quedarse, que las cooperativas ya actúan en mercados globales, aunque no quieran darse cuenta de ello, y que las dimensiones actuales no son las adecuadas para satisfacer las necesidades de la distribución y de los propios consumidores. Hizo un llamamiento muy claro y directo para que las cooperativas aprovechen la ley de integración. También apostó por un cooperativismo más pragmático, tanto en lo que a sectores de actividad se refiere como en lo que ha organización societaria de las actividades (sociedades anónimas, fusiones o compras de empresas privadas, etc.). En el fondo, aún siendo conscientes de la enorme distancia que las cooperativas españolas deben recorrer para ponerse a la altura de sus hermanas centro y norte europeas, su mensaje fue un mensaje de esperanza, llegando a afirmar en un momento dado que el futuro de la agroalimentación española era de las cooperativas.

Cierto es que en el ranking de las 100 mayores cooperativas (págs. 39 y 40) lo que vemos son empresas de los países más desarrollados (y, en parte, globalizados) del mundo, por lo que siendo España una potencia agrícola regional, lo lógico es que tuviéramos al menos 2 ó 3 grandes cooperativas en dicho listado. Pero también es cierto que en este país (y en Europa) nos encontramos con el freno de la legislación procompetencia, que se muestra muy limitativa en todo lo que se refiere a los mercados agrarios. En las páginas del libro se menciona que, en Estados Unidos, las cooperativas agrarias están excluidas de su legislación antitrust. Y eso que ellos son el país que inventó las leyes antimonopolio…

En cualquier caso, una lectura altamente recomendable.

 

El mundo ha cambiado en muy poco tiempo y, de la misma forma que las innovaciones tecnológicas se acumulan y aceleran, los cambios en el mercado agroalimentario también lo hacen. En la presentación que adjunto, preparada para una conferencia a un grupo heterogéneo de personas en un pueblo almeriense de fuerte tradición naranjera. Decía la persona que actuó de maestro de ceremonias que "antes con una cuerda de naranjos se le podían dar estudios a los hijos, pero que ahora eso no puede hacerse con menos de 50 hectáreas". Este tipo de comentario me los he encontrado a lo largo y ancho de España, siempre referido a diversas producciones. Hoy, en la situación actual del mercado, el tamaño importa. Y mucho: como fuente de economías de escala. como origen de una cierta capacidad de negociación, como fórmula para compensar el retroceso de los precios medios percibidos por los productos.

En la presentación no se trataba de buscar soluciones, mi pretensión era contarles por qué las cosas son como son y darles argumentos para realizar un buen diagnóstico y buscar soluciones. Sobre ellas hablamos en el turno de debate y, como siempre, la cooperativización salió a escena. En este caso, contaban con una experiencia fracasada, que había dejado tan mal recuerdo que ya daban por descartada la cooperativa como solución. Pero ese es un tema del que hablaremos en otra ocasión.