Aunque tengo previsto dedicar una entrada al VII Congreso de Cooperativas Agroalimentarias que se está celebrando en Valencia, ahora quiero dejar una breve nota sobre una de las ideas más lamativas de las que he tenido noticia hoy. Si usted es de los que han leído el resto de las entradas de este blog, ya conocerá algunas de las obsesiones de este que les escribe. Aparte de la necesidad de alcanzar una dimensión adecuada para los mercados actuales, otra de las más repetidas es la necesidad de tener noticia de los gustos de lo consumidores que son los que finalmente deciden si compran o no nuestro producto.
En la Escuela de Consejeros del Grupo Cooperativo Cajamar suelo invitar a los consejeros de las cooperativas a que exploren las oportunidades de las nuevas tecnologías para esta misión tan importante. Pues bien, los amigos de Fresón de Palos han ido más lejos de lo que yo hubiera imaginado, ya que no sólo han logrado el contacto directo con sus consumidres, sino que también han logrado que estos les cuenten algunas cosas tan relevantes como de qué forma consumen el producto, o qué valores asocian a la marca. Y todo con una promoción en la que sorteaban unas tablets. Para participar, el consumidor tenía que responder una encuesta bastante amplia. Para mi sorpresa lograron 104.000 respuestas. Una muestra extraordinaria para cualquiera que se dedique a investigación comercial.
El análisis de esas respuestas les ha permitido identificar estrategias de cambio para ajustar la imagen que de ellos tienen los consumidores a la que elllos desean ofrecer. Pero también les han dado pistas para lanzar nuevos productos que permitan reducir la estacionalidad de las ventas. Y que aumenten su posicionamiento. Incluso les ha permitido enfocar mejor su publicidad en TV.
Desde ya queda incorporado este ejemplo a mi batería para conferencias. Ahora busco uno de producto que te hable desde el lineal: ¿Alguien conoce alguno?
Cajamar ha editado hace pocos dias un nuevo número de sus Cuadernos de Estudios Agroalimentarios, en esta ocasión dedicado a la innovación. Casualmente, hace poco leía una entrada en Marketing4food que sólo el 24 % de as innovaciones supera el primer año en el lineal. Eso significa que el porcentaje de éxtico comercial es muy bajo, y que el triunfo requiere paciencia y muchas pruebas.
Con un nivel de compertencia tan elevado como el actual, los agentes del mercado agroalimentario deben estar preparados para mantener un esfuerzo inversor continuado en la investigacion y el desarrollo de nuevos productos, así como en las innovaciones de proceso que permitan una mejora de los rendimientos y, en suma, de los costes.
Volviendo al cuaderno de Cajamar. Está coordinado en esta ocasión por los profesores José Ángel Aznar y por Javier Calatrava. El número arranca con un excelente artículo sobre el tratamiento que el pensamiento economico le ha dado al fenómeno de la innovación. Posteriormente, se tratan aspectos relacionados con el proceso de innovación en las empreas y los factres que contribuyen al éxito de dicho proceso.
Finalmente se tratan cuestiones sectoriales y territoriales, que cubren el olivo, el vino, y las agriculturas valenciana, murciana y almeriense, tres de las más dinámicas del panorama nacional.
Una lectura muy interesante para comenzar a saber sobre estas cuestiones. El enlace al número AQUÍ...
La semana pasada se celebraron en Almería unas jornadas sobre agricultura familiar. A lo largo de dos días se analizaron diversos aspectos de la misma, desde la definición de la misma hasta la conexión de la misma con la empresa cooperativa, pasando por los retos a los que se enfrenta de cara a su supervivencia.
Los organizadores tuvieron a bien invitarnos a participar con una ponencia. Ilusos, dijimos que sí, pensando que sería mucho más sencillo de lo que realmente fue después. Debo confesar que, por el entorno cercano en el que se desarrolla mi actividad profesional, muy vinculado a la agricultura protegida de frutas y hortalizas, mi concepción del fenómeno estaba sesgada por el increíble dinamismo que este tipo de agricultura (basada en estructuras familiares con medias de superficie que aún hoy no alcanzan las 2 ha). Desde mi visión, la naturaleza familiar no estaba reñida ni con la innovación ni, por supuesto, con la rentabilidad.
Sin embargo la realidad es mucho más diversa y rica. En realidad, ni siquiera hay una definición homogénea del concepto. Básicamente no se entiende lo mismo por agricultura familiar en los países desarrollados que en el resto. Por ejemplo, la definición de la FAO incluye como requisitos para ser considerada agricultura familiar los de: dificultad de acceso a los recursos tierra y capital, que la mayor parte del trabajo sea realizada por el agricultor y su familia y que la explotación sea la principal fuente de renta para la familia. Una definición así posiblemente tenga un enorme poder explicativo en amplias zonas del mundo en desarrollo, pero circunscribe el fenómeno a situaciones que rayan en la marginalidad.
El sentido común dicta que sea la naturaleza del control de la explotación el que dicte la naturaleza del mismo. En este sentido, la intervención de Tomás García Azcárate fue muy clara: "la agricultura familiar es aquella en la que las decisiones se toman en torno a la mesa de la cocina y no alrededor de la mesa del consejo de administración". Tal vez no sea muy académica, pero es muy clara y evidente.
Otro problema importante que nos encontramos es la diversidad de funciones que, según la literatura académica, se le asignan a la agricultura familiar. Desde luchar contra la pobreza a frenar el cambio climático, contrarrestar el éxodo rural, incorporar a las familias campesinas al mercado, etc. Y, siendo complicado cumplir este amplio programa funcional, lo cierto es que una parte importante del mismo no se encuentra sujeto al mercado y, por tanto, no es susceptible de ser origen de ingresos en el corto plazo. En Europa, por ejemplo, las reformas de la PAC han ido encaminadas a que poco a poco los ingresos de los agricultores provengan mayoritariamente del mercado, el cual no remunera la provisión de bienes públicos que en muchos casos genera la agricultura familiar.
Un vistazo a la distribución de las superficie y la dimensión de de las mismas, pone de relieve que una parte sustancial de la agricultura europea se corresponde con el concepto de agricultura familiar, entendiendo ésta como aquella en las que las decisiones se toman en torno a la mesa de la cocina. Esto implica que el papel de este tipo de agricultura en el desarrollo del agro europeo es y ha sido muy relevante, contribuyendo de manera decisiva a la competitividad de la misma.
De cara al futuro inmediato, las explotaciones familiares europeas se enfrentan a tremendos retos. El primero es sobrevivir en un entorno en el que las decisiones van a depender de un mercado cada día más globalizado y en el que proveedores y clientes son cada días más grandes (con las consiguientes ganancias de poder de negociación. Asimismo, la UE le ha asignado unas funciones bastante claras: sujeto activo de las políticas de desarrollo rural, elemento activo para el logro de la sostenibilidad y, como ya hemos comentado, cubrir las necesidades del mercado y obtener un porcentaje creciente de su renta a través del mismo.
En este entorno es en el que se hace más que necesaria la concentración de esfuerzos para acceder a estos mercados en condiciones lo más favorables posibles. Y aquí es dónde las cooperativas se muestran como una de las opciones más favorables. Unas cooperativas a las que, según comentaba el profesor Michael Cook durante las jornadas, hay que sumarles una característica bastante curiosa: la capacidad de reinventarse...
Adjunto la presentación que utilicé como apoyo...
A pesar de la imagen de inmovilismo y tradición que acompaña al concepto de cooperativa agraria en la opinión general de la sociedad, el cooperativismo agroalimentario se mueve. El reciente congreso celebrado en Valencia ha puesto de manifiesto un cambio importante en lo que a actitud se refiere. En dicho congreso se ha hablado básicamente de futuro, la palabra crisis apenas se ha pronunciado y, cuando se ha hecho, ha sido acompañada de un verbo conjugado en pasado. El optimismo se ha dado la mano de la coyuntura económica, de la capacidad demostrada en estos años y de la novedad legal de las entidades asociativas prioritarias.
Los temas que han aparecido de manera reincidente con mayor fuerza han sido la innovación y la integración, destacando las intervenciones del economista Antón Costas y la ex ministra Garmendia. El primero se jugó su prestigio a que el gobierno había errado en sus previsiones sobre 2015, pero en esta ocasión por minusvalorarlo. Apostó por el crecimiento y la reducción del paro. La segunda definió el concepto innovación (todo aquello derivado del conocimiento que produce valor) y nos planteó la enorme mejora que había sufrido el entramado de investigación universitario en las décadas pasadas, e invitó a la colaboración público-privada para afrontar proyectos rompedores.
A pesar de que las palabras clave del congreso fueron las tres íes: innovación, internacionalización e integración, se han colado algunas otras en el ranking. Posiblemente una de las más mencionadas aparte de las propias del lema ha sido cambio, acompañada casi siempre de los adjetivos constante, rápido o profundo. Es decir una realidad en la que la incertidumbre se convierte en la única variable constante. Un mundo en el que pararse significa estar a punto de morir.
Por supuesto, también se ha hablado de retos de futuro, de la necesidad de incorporar más valor a los productos y se ha constatado el papel protagonista que las cooperativas deben jugar en el devenir de dicho futuro. En líneas generales, si los temas que han desfilado por las salas del congreso son algunos de los que más preocupan a las cooperativas agroalimentarias españolas, y no tenemos razones para creer otra cosa, entonces nuestro tejido productivo tiene un estupendo porvenir, porque todos esos temas son claves para el desarrollo empresarial en el entorno actual.
El tema de la dimensión, como ya he comentado, ha aparecido de forma reiterada en las diversas intervenciones, y en distintos contextos: al hablar de internacionalización, de investigación e innovación, de financiación. Aunque también es verdad que se ha matizado en algunas de las ocasiones, señalando que no debe convertirse en un fin en sí mismo, sino en una de las posibles maneras de satisfacer las demandas de los consumidores. De hecho, aparte de corroborar el nombre de la primera, Ovispain, hemos conocido que dos de las mayores cooperativas agrarias españolas están a punto de firmar una alianza que las pondría en situación de explotar sinergias en los servicios a los cooperativistas y en la comercialización de sus productos: Única Group y Grupo AN.
Otras cuestiones que han ido apareciendo a lo largo de las sesiones han sido la sostenibilidad ambiental, la renovación generacional, la formación, la profesionalización, el cambio climático, el papel de las políticas públicas, los cambios en la alimentación de los países emergentes, el papel de China, el TTIP (aunque en este caso con una superficialidad que no se merecía el asunto), la biotecnología, el mercado, la rentabilidad, el control de costes, la búsqueda de la eficiencia, la gobernanza de las cooperativas, la responsabilidad social…
En fin. La conclusión es que el cooperativismo agroalimentario no solo tiene futuro sino que cree en él y ha comenzado a abordar las estrategias que le permitirán mantener esta actividad por mucho tiempo.
Si pudiera pedir un deseo para el próximo congreso, este sería que ya no se hablara de muchas de las cuestiones que se han mencionado. Que no hiciera falta mencionar la palabra integración, que no hubiera que preocuparse por la falta de atractivo del sector para los jóvenes o que la profesionalización ya fuera una preocupación. Puestos a desear, sería genial que hablar de internacionalización fuera superfluo. Y que la palabra estrella siguiera siendo “futuro”…